En este documento quiero compartir ciertas experiencias y reflexiones que han ido surgiendo en el espacio de trabajo de un taller de pintura que se remonta al año 1999, en que por motivos no del todo claros, me puse de lleno a pintar. Llevaba años interesado en la pintura y experimentaba despreocupadamente con algunos ejercicios y técnicas, lo bueno de ese tiempo es que no había nada más que las ganas de entretención, no tenía objetivos, no quería ser un pintor profesional, no quería vender las obras, no quería mostrárselas a nadie, y sobre todo, no tenía mucho que decir. Me di cuenta que la pintura era un espacio muy diferente al resto del tiempo, luego descubrí que eso que me gustaba era una cierta libertad que experimentaba en este ejercicio, por fin determiné que la pintura era un espacio de libertad, y si bien en la vida cotidiana tantas veces me sentía limitado por normas, conductas, leyes y costumbres, también podía entrar en este nuevo espacio en el cual yo pretendía ilusamente actuar como un “pequeño Dios”, donde todo era posible, sin límites ni errores, y donde ingenuamente creía estar más allá de la dualidad. Así muy de a poco fui entrando en algo que comenzó a ser diferente de aquel despreocupado ejercicio que me entretenía en un comienzo. Se instaló un cierto deseo, tomando consciencia de que esta es una herramienta o un instrumento, con el que se pueden crear signos, señales, significados y mundos dentro del propio imaginario. Así comenzó una aventura a algo desconocido; la conquista de ese espacio de libertad.
De esta manera, lo que comenzó como un juego, con ingenuidad y espontaneidad, pronto desató un poderoso caudal y una corriente comenzó a arrastrarme. Con el paso del tiempo este espacio de libertad fue transformándose cada vez más en una utopía, ya era un pintor profesional y tenía que ceñirme a metas y propósitos. Sin embargo ese espíritu original que me impulsó a explorar la pintura jamás pudo ser extirpado, a pesar de lo devastador que pueden llegar a ser las dificultades con que se enfrenta cualquier individuo que emprende, en el ámbito que sea, un camino en las artes, y sobre todo si en su naturaleza está el actuardesde el espíritu de la verdad. Y cuando digo dificultades, me refiero ademas de las materiales, también al contenido oceánico de la psiquis humana, y las profundas dimensiones de todo cuanto creemos conocer.
De tal manera, en este documento quiero hacer una síntesis heterogénea de lo que este viaje impensable me ha revelado hasta el momento presente y que significado tiene esta idea del arte como símbolo de libertad para el hombre. Para ello me guiaré principalmente por los resultados de experiencias y observaciones dentro mi espacio de taller, que no está limitado a los muros que dividen algún lugar en particular, sino que lo extiendo al mundo en su totalidad y toda experiencia vivida en él.
También he tomado elementos de antígüos mitos, símbolos, obras místicas y poéticas que han guiado mis pasos, mi intensión es lograr una visión hol ística del hombre y del mundo visto desde la perspectiva del arte, pero no tan solo como un asunto estético, sino que como un arte de la vida, una forma de ser en el mundo al tiempoque una vía de transformación para el ser humano.
Desde muy temprano sentí el impulso hacia el conocimiento y pronto comprendí que esto implica volcar la mirada al interior, me familiaricé mucho con las ideas de G.I.Gurdjieff, y comencé la autoobservación y con esto el dificilísimo trabajo interior. Piedra angular sobre la que el hombre en busca de libertad enfoca su atención, observando el contenido de su propia mente, de sus emociones y sensaciones. La materia en la cual finalmente trabaja el artista, es la propia psiquis. Las obras que produce son como rastros; huella visible de un trabajo interior. A través del proceso de perfeccionamiento de una técnica, la depuración de la forma, y el establecimiento de una disciplina, es como el hombre, creador-artista, genera un campo propicio, una tierra fértil, donde crecer y cultivar-se, donde ir desplegando las múltiples dimensiones de su ser, y en sucesivos e interminables ensayos y experimentos, lograr una metanoia: transmutación de la materia, unificación de fragmentos, la integraciónde los opuestos, y finalmente la total metamorfosis del animal-humano, de la máquina programada, al hombre despierto.
Felipe Oyarzún, octubre del 2010.